Mostrando las entradas con la etiqueta Bloody Sunday. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Bloody Sunday. Mostrar todas las entradas

domingo, 7 de agosto de 2011

Chimba y marca

"Hágale, pues, mijo, y ánimo que le va a ir muy bien. Ah, qué chimba."
      Un yupi en t-shirt, Carulla, City Plaza, en Envigado / sábado 9 de julio de 2011 / 12:31 p.m.


"-¿Pero qué marca?
-Yo no me acuerdo la marca pero fina."
      Un tipo más o menos joven y un viejito. Plazuela Nutibara  lunes 11 de julio de 2011 / 11:52 a.m.

sábado, 24 de mayo de 2008

“Mi causa no es la sangre humana”

Fernando Vallejo

El escritor Fernando Vallejo habló abiertamente de su rechazo por el catolicismo el jueves 21 de mayo de 2008 . Crónica de la jornada. Vallejo ya no escandaliza como antes. Ahora se dedica a captar adeptos para defender animales.


Faltan 15 minutos para las 3 de la tarde y el teatro está a reventar, 1.252 personas sentadas y otras 200 de pie o acomodadas de cualquier forma en las escalinatas de los pasillos. Por los altoparlantes nos advierten, cortesía de la casa, que bajo ninguna circunstancia debemos consumir sustancias sicoactivas.
Hay de todo. Profesores y directivos, con semblante ojeroso y reservado. Fotógrafos y camarógrafos. Estudiantes desgarbados, con morrales y celulares que registran cada detalle con sus lentes misteriosos. Y garotas de Ipanema. Este teatro, el Presbítero Camilo Torres Restrepo, de la Universidad de Antioquia, está repleto de garotas, y no deliro: muchachas esbeltas, armoniosas, de caras bonitas y cuerpos espigados, color panela, risueñas y seguras. A mi lado hay una, Sandra Mabel, digamos. Estudia una Licenciatura en Educación Especial. Le pregunto lo obvio: “¿Por qué te gusta Fernando Vallejo?”. “Pues porque dice la verdad”. “¿Cuál verdad?”, me atrevo a contrapreguntar, tendrá pinta de garota pero es sólida y fibrosa y me mira no sin suspicacia. “La mía… la de todos”, y aunque no me sonríe es como si lo hubiera hecho.
En ese momento nos interrumpe una algarabía, “¡llegó!, ¡ahí está!, ¡llegó!”. Vallejo avanza hacia el escenario con la vitalidad e insolencia de sus casi 66 años. Viste con sencillez, holgados pantalones de algodón, camisa amarillo pálido, chaqueta azul, y mocasines. Lo acompaña su hermano Aníbal, uno de sus más leales escuderos. Detrás de ellos, un grupo de voluntarias de la Sociedad Protectora de Animales conduce a una docena y media de perros, Layka, Julio, Pedro, Támara, (no hay ningún Trostky, ningún Capitán, señal de que los tiempos cambian). Algunos viven refugiados en la sede de la Sociedad y otros cohabitan en el hermoso campus de la universidad con sus peores enemigos, los seres humanos. Cuando pasan junto a mí, oigo que alguien le pregunta a uno de los voluntarios si es verdad que los gozques tienen rabia. “¿Rabia?”, se extraña el muchacho. “Sí, como Vallejo”, se ríe el atrevido, y yo miro para otro lado, no se juega con la fe ajena. Los perros se distribuyen por el escenario, delante de las pancartas de la causa: “Comer carne te mata” y “No más sangre en tu plato”. El escritor se mete las manos a los bolsillos del pantalón y se larga a disertar.
Es una erudita, mefistofélica, contradictoria e hilarante perorata sobre el cristianismo y sus secuelas. Para empezar, hace un rápido recuento de los avances de las ciencias, desde Jean Baptiste Lamarck, a principios del siglo 19, pasando por Pasteur, Koch, Darwin y Mendel, hasta la formulación del modelo del ADN, a mediados del siglo 20, todo en procura del bienestar del homo sapiens –hombre sabio-, al que, propone Vallejo, más bien deberíamos llamar homo mendax, hombre mentiroso. Después resume algunas de las asombrosas semejanzas entre animales y humanos. “Entonces ¿qué nos diferencia? La palabra, que, por lo general, usamos para mentir. Vacas, perros, cerdos y caballos, como nosotros, tienen dos ojos, dos fosas nasales, dos hileras de dientes, sangre roja y un sistema nervioso para sentir hambre, sed, terror. Pero los masacramos sin que nos importe un comino. Los animales son nuestro prójimo, nuestros hermanos.

No hay civilización cristiana, hay barbarie cristiana.

Sin transición alguna, con su vocecilla aguda, casi corto punzante, la emprende contra el catolicismo y las otras sectas cristianas, una impresionante retahíla de datos y argumentos históricos, que arranca los primeros aplausos. “En los Evangelios no hay una sola palabra de compasión por los animales, y eso que al Cristo lo presentan como a un cordero y al Espíritu Santo como a una paloma”. Con serenidad, agrega: “La existencia de Cristo se la han tragado hasta los ateos. No hay registro histórico de Cristo. Ni en Tácito ni en Suetonio ni en Plinio, el joven. Sólo aparece en un texto del fariseo Flavio Josefo, nacido en el año 37, que escribía en griego, historiador espurio y falsificador.”
Se saca las manos del bolsillo, se quita la chaqueta y cruza los brazos. “La secta católica ha sido la gran ramera del Poder. Desde Constantino, Carlomagno y Carlos V –vacila un instante y pega un brinco tremendo-, Hitler… Uribe.” El auditorio se estremece de felicidad. “Hace poco ese señor dijo que el Espíritu Santo lo había salvado de un atentado. ¿Pero cómo hizo para saber que fue el Espíritu Santo y no otra de las dos personas de la Santísima Trinidad? Siempre va acompañado por su guardia pretoriana. Porque duda del Paráclito. Yo me meto solo a los tugurios de La Iguaná y a los fumaderos de bazuco y nunca me pasa nada. Y no creo en el Espíritu Santo, ni en el Hijo ni en el Padre”.
A cada blasfemia, una nueva salva de aplausos, sobre todo de los jóvenes, incluidas las garotas. Los más adultos, la verdad sea dicha, respiran con cierta precariedad. Vallejo no cambia de tono y se riega en denuestos contra los Papas de la Iglesia. Lotario de Conti, alias Inocencio III; Giovanni Maria Mastai Ferreti, alias Pío IX; Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli, alias Pío XII; Karol Józef Wojtyla, alias Juan Pablo II; Joseph Alois Ratzinger, alias Benedicto, el XVI. No los baja de santurrones, miserables, granujas, cabrones, genocidas, falsarios. “Todas las religiones son empresas criminales”, dice sin inmutarse. “Mahoma, a diferencia de Cristo, sí existió. Fue un malhechor, polígamo, esclavista. El Estado de Israel es la última barrera contra la horda musulmana.

Los animales son mi prójimo y la secta católica es mi enemiga.

Va casi una hora y ya nada lo contiene. “Hace un año le levanté un prontuario a la secta católica con mi libro "La puta de Babilonia". Recorrí varios países de mi lengua rogándoles a obispos y sacerdotes que debatieran conmigo. Incluso les pedí a los tres cardenales colombianos que contestaran mis acusaciones. Ninguno se atrevió. Ni la alimaña esa que se acaba de morir, Alfonso cardenal López Trujillo, y que ahora ha de estar en los más profundos infiernos. Lo podrían reemplazar con Álvaro Uribe.
Vallejo reitera su posición. “Mi causa no es la sangre humana. La causa de los animales es una causa perdida pero por eso me gusta. Soy quijotesco. El éxito es de los granujas”. Y concluye: “Nací en la religión de Cristo pero en ella no voy a morir. Los animales son mi prójimo y la secta católica es mi enemiga.
Le cede la palabra al público. Sobran los elogios. De paso, alguien le recuerda a Tomás Carrasquilla, tema oficial de su conferencia. Dice poco: “Siento gran afecto por él. Fue un hombre noble, discreto, modesto, escribió tarde porque le daba vergüenza que se ocuparan de él. Poco conocido en Antioquia, muy poco en Colombia y nada afuera. Este año, sesquicentenario de su nacimiento, lo hemos sacado del olvido; el año entrante volverá a él.
¿Y Fernando González? “No lo conocí pero estuve en su entierro. Veinte personas. Un nadaísta de la época, para escandalizar a las señoras, citó una frase que al maestro le gustaba mucho: ‘Putísima es la vida’. Le pasó lo mismo que a Carrasquilla. Mal leído en Antioquia, poco en Colombia, nada afuera. Se diluyó en el tiempo y en el aire. Por lo demás, andaba errado de pe a pa. Quería que los católicos fueran buenos o mejores, un imposible ético y moral.
¿Algún día desaparecerá el cristianismo?”. Vallejo, con esa ansia de Dios que mal disimulan sus injurias contra Cristo, responde con sequedad: “No sufra por eso. Este planeta se va a acabar primero.”
Una niña, tal vez la única presente en el auditorio, se empina ante el micrófono: “¿Usted cómo se inspira para copiar?” Vallejo parece confundido y luego sonríe: para ella copiar es escribir, o viceversa. “Yo copio en una computadora pero las palabras que me salen son mías”. La niña no queda satisfecha. “¿Pero cómo se inspira?”, insiste. A Vallejo se le ilumina el rostro: “¿Cómo me inspiro? Pues con la rabia que me hacen dar aquí en Colombia.”

Esteban Carlos Mejía

jueves, 15 de mayo de 2008

Balada de un joven canallita / Luis Antonio de Villena

Anoche, dando vueltas como siempre,
camino de la alta madrugada
(bares y discotecas, calle estrecha,
negros que venden hasta el alma blanca)
pensé que al encontrarte era mi suerte
recorriendo el burdel que nos ampara.
Y te miré la cara dulcemente
pensando que mi hora en ti empezaba.
Aunque sé que te echan del trabajo
pues te aburre la vida rutinaria,
y haces de camello cuando puedes
recorriendo el burdel que nos ampara.
En Marruecos saliste de un mal paso
y usaron y abusaste de la tranca.
Modelo, chulo, amante para cenas,
sabes el lujo de la gente cara
y camas cutres, feas y con chinches
recorriendo el burdel que nos ampara.
¡Que estupenda la noche los dos juntos!
Riendo, colocados, mente alzada...
Ojalá que el ritmo nos llevase unidos
tahúres del vivir y camaradas.
Pero la luz del alba rompe sueños
recorriendo el burdel que nos ampara.
Y aunque eres santo como el pan bendito
tu futuro es el orden o la nada.
Mal papel al zángano le espera:
no hay porvenir que a tu lucero valga.
Nos mira ya acechante una galerna
recorriendo el burdel que nos ampara.
Tampoco es convincente mi futuro:
Viejo verde en tugurios del mañana
o figurón de eventos literarios
ajeno a la Academia y a sus maulas.
Aunque bien puede el viento darme un viaje
recorriendo el burdel que nos ampara.
Juntos somos dos pájaros muy raros,
solo el presente nos pone su medalla.
Amigo de la noche, adiós, hermano.
Ya ves que casi todo nos separa.
Pero golfos y ninchis seguiremos
recorriendo el burdel que nos ampara.

Luis Antonio de Villena

Poeta, narrador, ensayista, crítico literario y traductor español, Madrid, 1951. Es licenciado en filología románica y estudió además lenguas clásicas y orientales. Su obra creativa en verso o prosa ha sido traducida a varias lenguas. Recibió los premios Nacional de la Crítica en poesía (1981), el Azorín de novela (1995), el internacional Ciudad de Melilla de poesía (1997) y el Sonrisa Vertical de narrativa erótica (1999).Y el premio de poesía "Generación del 27" (2004). Acaba de ganar en octubre de 2007, el II Premio Internacional de Poesía El Viaje del Parnaso, por un libro titulado "La prosa del mundo" que publicará Visor en febrero de 2008. Epícureo y homoerótico.


jueves, 4 de octubre de 2007

¿Sería Ciénaga o Santa Marta uno de los destinos de Joseph Conrad?

Por Ramón Illán Bacca

Costaguana es el país donde se desarrolla la novela Nostromo, de Joseph Conrad. En esta obra, por intrigas de la potencia que invierte en las minas de cobre —y por su miedo a la corrupción reinante— se ayuda a la secesión del país. Así, el territorio donde están las minas, llamado Sulaco, es declarado país soberano e independiente, y reconocido por la potencia dominante.

¿Suena a la separación de Panamá de Colombia?

Escrita en 1904, se sabe que ese hecho inspiró al autor. Ahora los estudiosos de Conrad dicen que en su viaje al Caribe como marinero de un barco francés atisbó las playas colombianas, y a lo lejos la Sierra Nevada de Santa Marta. Los venezolanos dicen que las playas avistadas fueron las suyas. Tanto Malcom Deas como Alejandro Gaviria se deciden por las playas colombianas y escriben que las descripciones corresponden a la bahía de Santa Marta, a las que les añadió las murallas de Cartagena, y el movimiento portuario de La Sabanilla de 1875, cuando pasó por aquí. También dicen que la montaña ‘Higuerota’, coronada de nieve y vista desde el mar, no puede ser otra que la Sierra Nevada. Nostromo fue concluida por Conrad en medio de dificultades económicas, que nunca le faltaron. Ahora todos los conferencistas y biógrafos reciben muy buenos honorarios por contarnos las penurias económicas de este autor.

Sin embargo, encuentro que en El misterio de los Buendía, de Guillermo Henríquez, el prologuista Carlos Uribe Celis dice que el sitio que inspiró a Conrad es Ciénaga. Su tesis se sustenta en que la mejor vista de la Sierra Nevada se puede apreciar desde allí. Y la prueba reina es que en Victory, otra sus novelas, se habla de “una costa pestilencial de manglares” y además de “un colombiano cazador de caimanes”, lo que según Uribe Celis no deja dudas de que Conrad estuvo en Ciénaga. Recuerdo haberle oído a Henríquez que la casa que describe el novelista es muy parecida a la Casa de la Aduana en Santa Marta, en esa época una casa galante.

En estos tiempos en que las palabras cambian de significado y ‘un estilista’ no es un escritor sino un peluquero, ‘un narrador’ es un locutor deportivo y un ‘creativo’ es un publicista; un ‘investigador’ es un historiador, aunque si se dice ‘un investigador privado’ es un detective.

Uno de estos investigadores me manda un correo en el que me dice que Conrad no recordaba mucho sobre ese viaje en el Caribe y que tuvo que pedirle ayuda a Cunninghame Graham, que sí conocía estos lados, para que le diera datos para su novela. Graham, un personaje insólito, lo puso en contacto con Santiago Pérez Triana. Hijo de presidente, escritor de cuentos infantiles, cocinero espléndido, club man y protagonista del escándalo del llamado ‘Petit Panamá’, no solo ayudó sino que inspiró uno de los más logrados personajes en Nostromo, José Altamirano.

Pongo mi grano de arena, pues creo que una de las pruebas del paso de Conrad por Ciénaga es cuando describe su cementerio. Dice Conrad: “Era tanto el calor que era inútil llorar, pues las lágrimas se evaporarían antes de llegar al suelo”. (Ahora me asalta la duda si la frase es de él o de Graham).

http://www.elheraldo.com.co/revistas/dominical/actual/noti4.htm

martes, 18 de septiembre de 2007

Lecturas en el puente (otra vez)

Por Ramón Illán Bacca

Algunos escritores amigos me reprochan que no comente sus libros. Estoy de acuerdo. Publicar un libro y que lo acompañe el silencio es muy doloroso. Tengo algunos en mi biblioteca que me exigen una mirada más atenta. Al ojearlos confieso que la primera frase es decisiva para continuar con su lectura. “Los gordos viven menos pero comen más”, leo en el libro de un autor polaco que me han prestado. Lo leeré después.

Una pariente lejana, Luz Enith Torres Rangel, me ha mandado su primera novela, Estelas. Empiezo a leerla. Un apunte sale del ejemplar que tengo en mis manos y dice “¿Qué es el encanto? Lo que hace que un hombre te pida el teléfono y una mujer el número de tu modista”, esto va bien.

Estoy arrepentido de no haber comprado un libro de Francisco Umbral, recientemente fallecido, en una librería de segunda. Pero la frase de arrancada era sintomática. “El cine es mejor que la vida. Porque en la vida ganaba Franco y en el cine, a veces, Gary Cooper”.

En la misma librería encontré una antología de poesía griega. “Pasa el dulce jarro elaborado con la tierra que me engendró, y a la cual habré de sustentar un día”. Nos dice Simónides. No lo compré en ese momento, ahora estoy arrepentido.

Decido buscar los libros que tengo en el batallón sagrado esperando su lectura tantas veces diferida. Extraigo de mis estantes Amor en grupo, del nadaísta Humberto Navarro alias ‘Cachifo’. Este ejemplar es fotocopiado. (En Barranquilla, durante los setenta y ochenta, las novelas se editaban y después se fotocopiaban. Salvo las obras de García Márquez, nunca habían segundas ediciones) Fue editado en la Argentina en 1974 y no circuló en este país porque, sospecho, hubo problemas en el pago de la edición. “El mundo es verde y sin embargo, no hay ninguna esperanza”, decía el autor que era un conversador de maravilla. Tal vez le pasó eso, tuvo el genio en su conversación y el talento en su escritura. Se dice que ‘Cachifo’ escribió la novela con una pistola al lado y entre párrafo y párrafo hacía disparos al techo para calmar los nervios. El libro, de lectura difícil, puede ser considerado una obra de culto.

Argumentos forenses de Nelson Barros me espera. En una de sus páginas encuentro esta gran verdad: “Las falacias son hermanas de madre de los argumentos legítimos. Por eso se parecen tanto a ellos”.

Y debo hablar de la relectura que le debo a El misterio de los Buendía de Guillermo Henríquez, que va por su tercera edición. El hecho es que con las celebraciones alrededor de García Márquez, se saturó el tema. Esto me obliga a una posterior columna con más atención a este libro fundamental en la bibliografía sobre nuestro premio Nobel y el modo de ser costeño.

En esto del batallón sagrado a veces se pifia uno (o más bien el autor). Pere Gimferrer es uno de los grandes poetas en lengua catalana y castellana. Pero ¿qué puede uno pensar cuando en su libro de poemas Request nos dice: Quiero para mis labios esta piel de gladiolo, / quiero para mis brazos este cuerpo de luz, / si desnuda no vienes, que me llamen Pocholo, / si desnuda no vienes a mis labios en cruz.