lunes, 24 de octubre de 2011

Votar es jugar con plastilina

Rabo de paja

Votar es jugar con plastilina

Por: Esteban Carlos Mejía

Mi amiga Isabel Barragán llega emparamada, provocativa y bonita como siempre. “Se vinieron las elecciones”, dice, mientras se quita la chaqueta. “¿Por quién vas a votar?”. “Por la izquierda”, digo. Abre los ojos como si le fuera a echar gotas. “Que a Medellín se la lleve el diablo, pues. No jodás”. Alza un dedito y me da su opinión.

 

“Yo no sé si Luis Pérez sea bueno o malo, pero, no lo dudes, es un demagogo sin pudor. Busca el favor del pueblo con promesas fantasiosas. Una autopista de dos pisos sobre el río Medellín, o a los lados, desde Bello, al norte, hasta Sabaneta, al sur. Un centro de convenciones en la antigua Feria de Ganados, entre comuna y comuna. Cero fotomultas. Una granja para los que viven en la calle”. “El chamo de Caracas quiere ganar a toda costa”, digo. “¿Quién?”. “Jota Jota, el asesor”. “Mira, Estebitan, las elecciones las ganan o las pierden los candidatos, nunca sus asesores. Sólo los consejeros más ególatras o los más mañés creen en sus propias utopías”.

“¿Y Aníbal Gaviria?”, pregunto. “Todo un nerd”. “¿Hombre bueno tira a pendejo?”. “Tampoco. Es y parece honesto. No le fue mal como gobernador. Sacó puntajes sobresalientes”. “¿Tú crees en encuestas o qué?”. “En las de la Registraduría, sí”, dice con picardía. “Aníbal y Fajardo van juntos, uno por la Alcaldía de Medellín y el otro por la Gobernación de Antioquia”, digo. “Es una unión basada en los problemas de la región, no en sus posiciones políticas”, me replica. “O sea, la política es dinámica, como dicen por ahí”. “Babosadas. Es el arte de conciliar intereses. Ahora ellos dos coinciden. Mañana, ¿quién sabe?”. Indago por el candidato del Polo. “Muñoz, Luis Fernando”, dice. “Una santa paloma de la paz, un alma de Dios”. “Pues siquiera”.

Se pone a hablar de Antioquia: “Fajardo, como diría Norberto Bobbio, es ‘praxis sin doctrina’. Pretende estar más allá o por encima de las ideologías. ¿Te acordás cuando dijo ‘no soy uribista ni antiuribista’? Es un tecnoburócrata, caudillo sin partido. Promete que hará en Antioquia lo que ya hizo en Medellín”. “¿Será?”, me asombro. “¿Por qué no? Mejor malo conocido que pésimo por conocer”, dice, no sin marrulla. “¿Te refieres a Álvaro Vásquez?”. “Otro demagogo”, afirma. “Es el comodín de la anacrónica senadora Liliana Rendón, esa que dijo, palabra más, palabra menos, que a las mujeres las cascan por necias. Populachero. ‘Agua para todos. 250.000 empleos. Casas sin cuota inicial’. Godo regodo”. “¿Y el del Polo?”. “Rodrigo Saldarriaga, teatrero, controversial. Se declara ‘indignado’, como millones de personas en el mundo. Es marxista desde chiquito y, por tanto, ‘considera indigno ocultar sus ideas y propósitos’, según ordena el capítulo IV del Manifiesto comunista, de Marx & Engels. No gana pero hace oír su voz”. “¿Entonces quiénes van a ganar?”. “Ojalá fuera adivina”. Sonríe: “Te puedo decir, eso sí, quiénes se van a quemar... Los muchachitos del ubérrimo, Federico y Carlos Mario. ¡Qué achicharrada tan berraca!”. Me encojo de hombros: los votos son mera plastilina.

Rabito de paja: “La política conservadora de odios y de malos sentimientos busca seguir estratificando prejuicios que perdieron su base en la vida política del país”. Alfonso López Pumarejo, enero de 1941.

El Espectador, sábado 22 de octubre de 2011

jueves, 20 de octubre de 2011

Tres poemas tres de Ernesto Lumbreras

El jefe de la estación de trenes en su vejez,
pasa revista a sus novias difuntas
Pasó la vida sin verme enamorado
de todas las muchachas. Las quería
corriendo tras el canto de los grillos,
excitadas y trémulas, perdidas
en la luz del rayo verde que rocía
mis mejores ensueños. Ya pasaron
y me dieron sus ojos para verlas
todos los días y todas las noches
desde la casa azul de mi deseo.
Aquí no duermo más. Siempre despierto
las oigo ir y venir como a la lluvia
en las selvas del trópico. Muy lejos,
el pito del tren me vuelve a mis faenas.
Sin embargo las amo, bellas todas,
y no pienso dejarlas, vivo o muerto,
irse sin mí, llevando el pensamiento
de respirar el aire que las viste.

Corran, ríanse, canten, busquen grillos.
Con sus ojos las veo. Con mis ojos
las veré irse, como a la primavera,
cuando vuelve al infierno. Tropezando
con topos, con hormigas, con mis huesos,
algún día vendrán, aquí, conmigo,
a descifrar la música y los sueños
del agua que corre bajo la tierra.


¿Por qué habla tanto
la primavera en sus primeras incursiones?

La primavera quiere decirnos su secreto.
Me dijo hace tres noches: “El camino es llegar.
Marcho tras el invierno desde el primer día.
Enemigos no somos pero su estela amarga
degüella petirrojos, envenena las pláticas
del hospital de campo, vende luz con gusanos.
A los niños les rompe las tablas de sumar
corderos en la noche. Para las arboledas
dispone un mico blanco.” Demasiado de prisa
se irá la primavera. Lo que pudiste oír
consérvalo en tus ojos. Y si un día la muerte
te seduce, comienza, como un naturalista
a ordenar la ebriedad de Dios en tu cabeza.

(hospital de campo)

Se habló de un campo de cebollas. El furor como la inteligencia riega esta plantación. Tirado en sus márgenes presiento, bajo mi espalda, una gavilla de topos.

Ernesto Lumbreras. Poeta mexicano, (Ahualulco de Mercado, Jalisco, 1966).


Es autor de cuatro libros de poesía, entre los que se encuentran El cielo (1998) y Encaminador de almas (1999); y de la colección de ensayos Del verbo dar. Emboscadas a la poesía (2002). En 2006 publicó en Costa Rica una antología de sus poemas con el nombre de Veintisiete árboles amarillos. En 1991 recibió el Premio Nacional de Poesía Ciudad de La Paz por su poemario Órdenes del colibrí al jardinero; en 1992, el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes por su libro Espuela para demorar el viaje, y en 2007, el Premio Nacional Testimonio Chihuahua.

jueves, 13 de octubre de 2011

Tres poemas tres de Laura Yasan

Seis seis seis

muchachitas fatales
en blancos zoquetes chinos
        Indio Solari

yo quiero ser la seis seis seis
la anticristo new age
la más temida y succionar
de todo corazón la pulpa negra
el tibio jugo
la médula espinal como una auténtica
vampiro de rumania
ser yo la peor de todas
vengadora
y no esta bestia falsa
que no siente piedad
cuando mata una hormiga

            De Loba negra, 1999

la llave marilyn

el domingo cuidate
rubia
del teléfono

en el primer llamado estás pintada
al segundo estás verde
en el cuarto muerta

         De La llave Marilyn, Premio Casa de las Américas, 2008


Haceme prensa

sacame en las noticias
                inventame
cargá un prontuario salvaje y terminal
un acto delictivo
                que me busque la mafia
hombres tatuados que recorran
su larga cicatriz con el pulgar
revuelvan mis cajones
desgarren mi remera de dormir

dame otra vida mañana en las noticias
                 dame relieve
                               clase
quiero ser la heroína en los desaguaderos de la noche
el humo que corroe las piernas congeladas de las putas
evidencia y testigo presencial

sacá
                sacame en patrullero
subime a una mujer hecha de cables
abrile un titular ponele alias
frotala hasta que hable
                               no la mates
que aprenda a confesar en donde oculta
la llave de mi tedio

    De Cotillón para desesperados, 2001

Laura Yasan. Poeta argentina, Buenos Aires,1960.
Ha publicado los libros de poemas Doble de alma, (Tierra Firme, 1995); Cambiar las armas (Botella al mar, 1997); Loba negra (La bohemia, 1999 y Edit.Educa 1999), Cotillón para desesperados (La bohemia, 2001); Tracción a sangre (La bohemia, 2004), Ripio (Grupo Editorial latinoamericano, 2007) y la llave Marilyn (Editorial Casa de las Américas, Cuba, 2009 – Edic. del Dock, Argentina , 2010).
Loba negra recibió el Premio Único de Poesía EDUCA, Costa Rica, 1998, y el 3º Premio del Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires, 1998.  Cotillón para desesperados recibió Mención especial del jurado en el IV Premio Internacional de Poesía Ciudad de Medellín, Colombia. la llave marilyn recibió en Cuba el premio Casa de las Américas 2008.
http://www.laurayasan.com.ar/

jueves, 6 de octubre de 2011

Otros tres poemas tres de Juan Manuel Roca

Repertorio de sombras

Todos sabemos
Que hay una ciudad escondida en la ciudad,
En las tardes detenidas de los jubilados,
En sus historias mil veces recordadas
Con cafetales y caballos y bandoleros
Que tocaban guitarra al pie de las fogatas.
Una ciudad donde siempre,
En alguna esquina de las 5 de la tarde,
Es un domingo lluvioso de 1940.
En el Café Saint Moritz,
Una y otra vez suena una canción
Que habla del río Magdalena,
Una canción que insiste
En que el río se la pasa viajando
Mientras la lluvia apaga el golpeteo del billar
Y los ateridos charladores se agazapan
Tras el mercurio de las copas de aguardiente.
En el Pasaje Rivas, los coloridos baúles de hojalata
Y las poltronas de mimbre
Que parecen viejas damas sedentarias,
Esperan sin saberlo su adopción.
Más arriba, en el Pasaje Hernández,
Un callejón con marquesina
Que huele a eucalipto y humedad,
Se levatan los altares de Nadie:
Fotografías de desconocidos en un parque,
Anuncios de clínicas
Para muñecas heridas por el tiempo,
El retrato de una pulcra familia de provincia
Llegada a la capital el año 27,
Carteles desteñidos de un cine de barrio
Que todavía anuncian la revuelta de Espartaco,
La derrota irremediable del general Custer
O la triste historia de un borracho
Empacado en su abrigo hacia Siberia.
Todos sabemos
Que hay una ciudad escondida en la ciudad,
En los pequeños hoteles del centro
Donde abandonamos besos y jadeos
Tras llegar a una estación de tren
Poblada de hierros y fantasmas.
En la Plaza de los Mártires,
En su reventa de sueños,
Alguien compra el chaleco de uno que fue
Y sonríe ante el espejo
Como si cortejara a una dama.
Al hombre, al pálido funcionario
Que teclea peticiones y demandas,
Le suenan dos grillos en los zapatos
Cuando atraviesa el silencio del juzgado.
Hay una ciudad escondida en la ciudad,
En una plaza donde cae una lluvia leprosa
Desde el 15 de octubre de 1920,
En un terraplén
Por donde pasan los reclutas
De regreso al cuartel
Y la banda presidencial
Desentona en una marcha sobre un río extranjero.
Todos sabemos
Que hay una ciudad escondida en la ciudad,
En las voces anónimas que cruzan la calle,
En los campos de fútbol de barriada,
En un hipódromo
Abandonado al abuso de la hierba.
Por las dos ciudades
Corre el persistente rumor
De que hay vida en otra parte.


El arte de mutilar estatuas

En el principio fue la ruina.
Antes de que Eva encontrara
Un pomelo en la alacena,
De que el ángel fuera yeso,
Su espada yeso y yeso sus sandalias.
Los bárbaros
Fueron grandes hacedores de ruinas,
Peritos en mutilación de monumentos.
A su paso por las ciudades
Dejaban dioses inválidos,
Cónsules mancos y reinas necrosadas.
Se dice que los hijos de sus hijos
Aprendieron a mutilar estatuas
Como ninguno,
A desollar bestias de piedra
Mucho antes de la invención de los cañones.
A cada tanto
Les venía una gana tajamar
De oficiar el arte de las mutilaciones,
La espléndida arquitectura de las ruinas.
Aprendiz de bárbaro,
A veces creo que si apagáramos al hombre
Su ambición de centauro,
Si desmontáramos tantos falsos jinetes
De las estatuas ecuestres
Y solo quedaran en los parques
Caballos de bronce tras las rejas de la lluvia,
Podríamos cambiar la pompa de los museos
Por la humildad de los establos.
Es cuestión de oficio
Saber qué parte de una estatua cercenar.
                               Barcelona, octubre 15 de 2009


Catedral de sal

Sudan las paredes de la catedral su yodo milenario.
Cárcavas y catacumbas hechizadas por el blanco.
Gotea el tiempo como la mujer de Lot al pie de las fogatas.
Llevo en el bolsillo del saco el brillo de la marmaja,
Pedrusco plateado que los mineros llaman el oro de los tontos.
Afuera, la verde sabana resplandece
Y una tajada de luz besa las montañas.
La iglesia subterránea, con algo de enorme cetáceo
Se zambulle en el profundo mar de su silencio.
La iglesia, siempre dispuesta a devorar los pasos ciegos de la noche.
Te recorro, oculta catedral, gran bodega de rezos y flagelos,
Noche escondida bajo la capa vegetal,
Taller de lunas donde esculpen la nave de Dios,
Reloj de sol escamoteado en un descuido del mar.
La mina se ha trocado en barco carbonero,
En ballena blanca perseguida por las blasfemias
De un delirante capitán.
Los blancos acólitos encienden cirios en el saladar
Y las llaves de San Pedro se llenan de herrumbre.
Madre, no mires hacia atrás,
La fábula repite la vocación de las estatuas
Y tú vives en mí, que soy tu hechizada catedral.

                 De Temporada de estatuas

Juan Manuel Roca nació en Medellín (Colombia), en 1946. Ha publicado, entre otros, los libros de poemas Memoria del agua (1973), Luna de ciegos (1975), Fabulario real (1980), País secreto (1987), Ciudadanos de la noche (1989), La farmacia del ángel (1995), Las hipótesis de nadie (2005) y Biblia de pobres (2009). Reconocido con numerosos premios y destacado por la crítica, se le considera uno de los poetas contemporáneos más importantes de América Latina.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Tres poemas tres de Juan Manuel Roca

Poética

Tras escribir en el papel la palabra coyote
Hay que vigilar que ese vocablo carnicero
No se apodere de la página,
Que no logre esconderse
Detrás de la palabra jacaranda
A esperar a que pase la palabra liebre y destrozarla.
Para evitarlo,
Para dar voces de alerta
Al momento en que el coyote
Prepara con sigilo su emboscada,
Algunos viejos maestros
Que conocen los conjuros del lenguaje
Aconsejan trazar la palabra cerilla,
Rastrillarla en la palabra piedra
Y prender la palabra hoguera para alejarlo.
No hay coyote ni chacal, no hay hiena ni jaguar,
No hay puma ni lobo que no huyan
Cuando el fuego conversa con el aire.

Preguntas ante un busto del Reverendo Charles Lutwidge Dodgson, alias Lewis Carroll.
 

¿Qué puede hacer un descreído de sí
Que se aburre en el tiempo victoriano
De las puertas clandestinas y cerradas?
¿Cambiarse de nombre,
Dejar de llamarse Reverendo Dodgson
Y reinventar el mundo?
¿Vivir confinado en el sueño
Más a gusto que en una armadura de bronce?
¿Qué puede hacer un buen señor
Crecido en la doctrina de los buenos modales
Al escuchar a la reina de corazones
Vociferando a diestra y siniestra:
¡Córtenle la cabeza, córtenle la cabeza!
Pues todo lo que tenga cabeza
Puede ser decapitado? ¿Qué puede hacer?
¿Retratar niñas raptadas al futuro
Y a una impostergable soledad?
Reverendo Dodgson:
La vida, ¿una merienda de locos?
¿Un sombrero que cree
Que todas son las horas del té?
¿Un croquer de obedientes cortesanos
Cuyos mazos son pájaros flamencos?
¿Un juicio de pesadilla
En el trono de una reina de corazones?
¿La boca oscura de alguna madriguera?
¿El paso de las lunas del tiempo,
De acosados conejos pendientes
De las flechas rotas de un reloj?
¿Una pluma al aire
De las maquinaciones de la noche y el azar?
¿Lo subterráneo que aflora irremediable
sobre la fría piel de los espejos?
¿La creación de un Dios que sabe que la ley
Es mermelada ayer, mermelada mañana
Per nunca mermelada hoy?
¿Una corte de naipes en un reino sin razón?
¿Una estatua que desaparece
En la niebla de la ciudad
Como un gato en el aire?
Reverendo Dodgson,
No resulta imperativo que responda.

              Para Andrea Roca


Un paisaje escondido

                                    (La Floresta, Medellín, 1953)

Aún no sabíamos que nuestra extrañeza
Venía de que todo niño es extranjero,
Alguien que vive en una eterna periferia.
Ahora, recordar aquel barrio
Es como encender en la alcoba el interruptor:
La quebrada vuelve a bajar tormentosa
Y a dejar sobre los barrancos
Unos peces palpitantes que pueblan de ojos las orillas.
Alguien del vecindario
Alquilaba la luna
Como un balón suspendido sobre los patios del verano.
Los muchachos mayores
Permanecían en corrillo en las esquinas
Contando sus proezas
O sonando una batería de canecas oxidadas
Con baquetas de sauces y escobillas de ramas.
El olor de las pomas
Se fugaba de sus formas
Y entraba sin permiso en la ventanas.
Que aún llegaran, de tanto en tanto,
Los penumbrosos ladrones de ganado
Y las charcas croaran sin el estímulo de nadie
Era un oráculo que anunciaba la llegada
De las hormigas aladas y las lluvias.
El relincho súbito de un caballo
Recorría la calle y los cascos del percherón
Anunciaban el carromato de la leche,
Sus frascos que llenaban de un blanco de nube la mañana.
En el granero, entre latas de sardinas
Y un cardumen de esferas de alcanfor,
Los viejos partían manoseadas barajas
Y hablaban de sus pueblos
Como se habla de un perdido talismán.
Aunque fuera azul y expresionista,
No voy a hablarles del cielo, ese lugar común.
Una lagartija se desliza en medio de mis palabras.

             De Temporada de estatuas (Colección Palabra de Honor / Visor Poesía)

"Juan Manuel Roca nació en Medellín (Colombia), en 1946. Ha publicado, entre otros, los libros de poemas Memoria del agua (1973), Luna de ciegos (1975), Fabulario real (1980), País secreto (1987), Ciudadanos de la noche (1989), La farmacia del ángel (1995), Las hipótesis de nadie (2005) y Biblia de pobres (2009). Reconocido con numerosos premios y destacado por la crítica, se le considera uno de los poetas contemporáneos más importantes de América Latina.
 

Tras Biblia de pobres (Visor Poesía), Juan Manuel Roca se vuelca en uno de sus temas recurrentes, el del tiempo atrapado en el arte, para proponer una Temporada de estatuas. Son poemas que se informan a sí mismos de cómo encontrar la aguja en el pajar del lenguaje. Al libro lo atraviesan rasgos de una ironía que recuerda cómo las cosas sobreviven a sus dueños, mientras explora el arte de levantar o de arruinar estatuas, un asunto con el que el tiempo, de manera feroz e iconoclasta, entretiene su insomnio.
 

Se celebra a Brodski, a Carroll, nadie erige una estatua a Bakunin en la imposibilidad de esculpir el viento, la bruja de Goya sobrevuela la oscura noche del alma, el señor Rimbaud acepta que le hagan una estatua a condición de que le permitan fundirla para hacer balas y disparar contra su patria, Miguel Ángel nos recuerda que en todas las piedras del mundo hay una estatua dormida y que basta con eliminarles lo que sobra para encontrarla.
 

También aparece de manera arriesgada y podría decirse que celebratoria, su país, un territorio que en sus versos se mueve entre el asombro y la miseria."

miércoles, 28 de septiembre de 2011

El otro examen

"¿Cuándo tiene que hacerse el otro examen? ¿Y sí fue Cristian? Que si sí fue Cristian. Ah, bueno. ¿Y qué haces? Yo también. Ah, bueno, hágale."
           Una muchacha, estudiante u oficinista, hablando por celular en el Metro / jueves 21 de julio de 2011 / 1:19 p.m

viernes, 23 de septiembre de 2011

Al amanecer

"Me dijero que me llamaban y me llamaron a las once de la noche".
         Una voz al amanecer / miércoles 20 de julio de 2011 / 6:03 a.m.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Tres poemas tres de Esther Fleisacher

La partida de la abuela
Anoché escuché risas en otro idiom
risas estridentes chocaban
                contra botellas de vodka
una áspera hacha buscaba leña
                en una montaña cubierta de nieve.

El abuelo me visitó en sueños
y yo me pregunto si querrá decir algo:

¿Será que mi padre me necesita?
¿Será que habrá un nacimiento en la familia?
¿Será que la abuela, muerta hace pocos días,
                          no ha llegado a reunirse con él
                                                             y la llama?
O, por el contrario, la abuela ya llegó
y juntos recuerdan viejos tiempos.


Un poema de amor
Pensaba que las lenguas extranjeras
sólo servían para pelear.

Las discusiones en árabe
para que los niños no entendieran,
ásperos gritos se enredan en la garganta
interrogando el alma y la curiosidad:
¿cómo hacían los abuelos
para decirse palabras de amor
antes de aprender el español?

El cine me hizo saber
del amor en muchos idiomas
y de los besos sin palabras.


Signos antiguos
En el bus
la mirada insiste en un rostro,
en una mano cogida del tubo
o en una manga sisa.

No es belleza ni coquetería,
atrapado por formas:
las ojeras profundas,
las uñas desiguales
o la redondez del brazo.
No logro descifrar
si se trata de signos antiguos.

Tal vez la tía Esther (llevo su nombre)
enterrada en Egipto
quiere revelarme algo
y no encuentra la manera.
Hablamos lenguas diferentes.

          De Canciones en la mente, 2011

Esther FleisacherPalmira (Valle del Cauca), Colombia, 1959.
Reside en Medellín desde 1965.
Narradora, poeta, editora y psicoanalista. Entre sus obras: Las tres pasas (cuentos, 1999), Cable a tierra (poemas, inédito. Ganador en las Becas de Creación del Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura de Medellín, 2000), La flor desfigurada (cuentos, 2007. Ganador de la VII Convocatoria Becas de Creación Municipio de Medellín) y La risa del sol (novela, 2011)

jueves, 15 de septiembre de 2011

Tres poemas tres de Luis Alberto de Cuenca

Conversación

Cada vez que te hablo, otras palabras
escapan de mi boca, otras palabras.
No son mías. Proceden de otro sitio.
Me muerden en la lengua. Me hacen daño.
Tienen, como las lanzas de los héroes,
doble filo, y los labios se me rompen
a su contacto, y cada vez que surgen
de dentro -o de muy lejos, o de nunca-,
me fluye de la boca un hilo tibio
de sangre que resbala por mi cuerpo.
Cada vez que te hablo, otras palabras
hablan por mí, como si ya no hubiese
nada mío en el mundo, nada mío
en el agotamiento interminable
de amarte y de sentirme desamado.
      De La caja de plata, 1985
 
El desayuno

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno»

      De El hacha y la rosa, 1993
 
Cómo te defiendes de mí

Cómo te defiendes de mí.
Cómo resistes,
desde la torre de la ausencia,
agitando el pañuelo para siempre,
sin forma ni color,
humo tan sólo,
aérea y rígida en tu nube,
diciendo adiós al mundo y a mis brazos,
muerta y levísima.
Cómo te defiendes de mí.
Cómo, al fin, me derrotas
y me sepultas, también a mí,
en la tumba sin flores del olvido,
donde mis huesos no conozcan
la senda de tu cobardía.
      De Necrofilia, 1983
 
Luis Alberto de Cuenca
Poeta, traductor y ensayista español,Madrid, 1950.
Interrumpió los estudios de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid para licenciarse en Filología Clásica. Fue director de la Biblioteca Nacional y Secretario de Cultura del gobierno español, obtuvo el Premio de la Crítica con La caja de plata, en 1985, y el Premio Nacional de Traducción con el Cantar de Valtario, en 1987.
Más obras poéticas: Los retratos, 1971; Elsinore, 1972; Scholia, 1978; Necrofilia, 1983; El otro sueño, 1987, y El hacha y la rosa, 1993. Sin miedo ni esperanza recoge, en seis partes, sesenta poemas escritos entre 1996 y 2002. Su poesía completa hasta 1996 está contenida en Los mundos y los días.

¡Dulce jueves!
http://dulcejueves.blogspot.com/

sábado, 10 de septiembre de 2011

Lo que nunca se sabrá

Esteban Carlos Mejía

Rabo de Paja

Por: Esteban Carlos Mejía

Medellín, 1939: una ciudad en pañales, con quintas fastuosas y barrios obreros en las lomas, y cielo azul y nubes blancas y brisas refrescantes.

Y mucha gente mezquina: racistas, clasistas, machistas. Como hoy, setenta años después.

En este ambiente mefítico, la familia Rojas Vélez es prestante y rica, dueña de fincas ganaderas, minas, trilladoras de café. Su única hija, Jimena, solterona de 37 años, enfermiza, acongojada por dudas y culpas, trata de adaptarse a esta aldea con ínfulas de urbe, tras pasar varios años en París. Nadie la entiende, nadie la ama. Sólo una muchacha de 25 años, Amanda Arboleda, hermosa, pelirroja, pobre, trabajadora, es capaz de aguantársela. Tal amistad, pura y casta, es la zancadilla que la vida provinciana pone a las dos mujeres.
En un arranque de generosidad, Jimena cede sus cuantiosos bienes a Amanda mediante un testamento que la familia no tarda en impugnar en un torbellino de inquina, codicia y arrogancia. Todo un melodrama, narrado con exquisita finura y habilidad estilística por María Cristina Restrepo en su más reciente novela, Lo que nunca se sabrá (Seix Barral, Biblioteca Breve, 226 páginas).

Y a conciencia digo melodrama. ¿Cuál es el problema? ¿La historia de una boba que se enamora de un aventurero, deja a su marido por este pillo y luego se le tira a un tren no es acaso un melodrama de principio a fin? Sí, y se llama Ana Karenina, del conde León Tolstoi. ¿O qué tal el relato de unas hijas desalmadas que abandonan a su anciano padre en una pensión cochambrosa? Le dicen Papá Goriot, de Honoré de Balzac, melodramático a la enésima potencia. ¿O qué decir de un tipo que mata al papá, se casa con la mamá y luego, para expiar sus faltas, se arranca los ojos? Edipo Rey, ni más ni menos, de Sófocles. Me temo que el melodrama es consustancial a la literatura. Y María Cristina Restrepo lo maneja con inocultable solvencia.

Algunos, carcomidos de lívida envidia, dicen que es imposible que una señora tan burguesa escriba tan bien. ¡Como si la capacidad de invención literaria dependiera de la cuna! Ella ni oculta ni se avergüenza de su origen social. Tal vez, por eso, tiende a identificarse con Edith Wharton, otra señora, de Nueva York y Boston, cuya novela The Age of Innocence ganó el premio Pulitzer en 1920. ¿En qué se parecen? En la buena educación y la elegancia al escribir, virtudes bastante escasas hoy en día.

Antes de Lo que nunca se sabrá, escribió dos novelas históricas, De una vez y para siempre (2000) y Amores sin tregua (2006), y una, digamos, novela de costumbres, La mujer de los sueños rotos (2009), sobre los estragos éticos de la mafia en la sociedad colombiana. Y el año pasado publicó un libro autobiográfico, El miedo, crónica de un cáncer, en Luna Libros, la editorial del poeta Darío Jaramillo Agudelo. No es, pues, una diletante ni una artesana: es una señora escritora. ¡Larga vida a María Cristina y a su obra!

Rabito de paja: Del Catecismo de la doctrina cristiana, (1599), padre Gaspar Astete: “Pregunto: ¿Quién se dice jurar en vano? Respondo: El que jura sin verdad, sin justicia o sin necesidad. Pregunto: ¿Qué remedio hay para no jurar en vano? Respondo: Acostumbrarse a decir sí o no como Cristo nos enseña.” ¿Oyó, Uribe? ¿Oyó?

jueves, 8 de septiembre de 2011

Tres poemas tres de Darío Jaramillo Agudelo

Encuentros
Arrodillado te degusto
te lamo y lamo
olfateo cada parte de ti
te aprendo con labios y nariz
te estremezco y ensalzo
subo y bajo
lengua de pezón a pubis
lengua de boca a oreja
interminable.
     De Cantar por cantar, 2001


Apariciones

Posees el gozo de su risa
pero debes saber que partirá.
Te inunda su alegría
te ilumina su rotunda carcajada
con una luz muy dulce,
pero no ignores que se irá.
Ella fluye,
ella es un líquido que detesta estancarse
ella es un pájaro que anida y emigra,
ella se irá.
Ella se irá y te dejará una marca de amor
que solamente curarás con su regreso efímero.
Entonces la verás de paso
y será como tropezar con el sol de la mañana
descubrir de nuevo su alegría,
nadar en ella
plácido
hasta un próximo encuentro inesperado.
      De Cantar por cantar, 2001


Conjuro

Que el azar me lleve hasta tu orilla,
ola o viento, que tome tu rumbo,
que hasta ti llegue y te venza mi ternura.
         De Cantar por cantar, 2001

Darío Jaramillo Agudelo nació en Santa Rosa de Osos (Colombia) en 1947.


Ha publicado los libros de poesía: Historias, 1974; Tratado de retórica, 1978; Poemas de amor, 1986; Del ojo a la lengua, 1995; Cantar por cantar, 2001; Gatos, 2003 y Cuadernos de música, 2008. En prosa ha publicado La muerte de Alec, 1983; Guía para viajeros, 1991; Cartas cruzadas, 1995; Novela con fantasma, 1996; Memorias de un hombre feliz, 1999; El juego del alfiler, 2002; Historia de una pasión, 2006; La voz interior, 2006 y Poesía en la canción popular latinoamericana, 2008.
¡Dulce jueves!

jueves, 1 de septiembre de 2011

Dos poemas dos, de Juan Vicente Piqueras

Tú yo
Amo mirar tus ojos desde dentro de ti.
Amo oírte decir: soy tuya.
Amo oírte decir: dime que soy tuya.
Estoy enamorado de nosotros.


Lázaro se niega a resucitar

Un día oí unas voces que venían de afuera.
Por fin voces de afuera, pensé, voces de otros
que llevan la luz dentro y que la dicen,
que me llegan del aire y no de mí.

Voces que al acercarse eran susurros.
Pasos que se pararon delante de mi puerta.
Alguien dijo: Aquí yace, como si lo leyese.
Callaron los demás.
Una voz me llamó: Lázaro, dijo,
levántate y anda.
Yo la reconocí pero fingí no oírla.
Me acordé de Jonás. Me quedé quieto.
Pensé: preferiría
no hacerlo, no salir nunca de aquí.

Conozco demasiado bien el mundo.
Allá afuera, lo sé, acecha el mal amor,
su amarga miel, su engaño, su amenaza.

Levántate de ti. Sal de tu tumba.
Pero yo detestaba los milagros.
Y además le tenía
demasiado cariño a mi vida de muerto.

Dejé pasar los años. Ahora espero
una voz que me llame, que me diga
lo que tengo que hacer, lo que deseo.

Juan Vicente Piqueras
Poeta español, 1960. Hijo y nieto de agricultores, cursó sus primeros estudios en la escuela mixta de Los Duques, aldea de apenas 100 habitantes donde vivio hasta los 16 años. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia, ha trabajado como locutor de radio, actor, guionista, traductor y profesor de español para extranjeros.
 
En 1985, Cuadernos Hispanoamericanos publica su primer libro de poesía Tentativas de un héroe derrotado. En 1987 la editorial italiana Stelle de Sassuolo publica Castillos de Aquitania. En 1991 le es otorgado el primer premio de poesía José Hierro con La palabra cuando. En 1999 le fue concedido el primer premio internacional Antonio Machado en Úbeda (Jaén) por su obra La latitud de los caballos, editada por Hiperión.

Sus últimos poemarios son La edad del agua (2004), Adverbios de lugar (2004), Palme (2005), Aldea (2006) y Palmeras (2007). Su libro Aldea obtuvo el Premio de la Crítica Valenciana y el Premio del Festival Internacional de Medellín.

Ha traducido al español obras del italiano Tonino Guerra, el bosnio Izet Sarajlic, la rumana Ana Blandiana y el griego Kostas Vrajnos.
  • Tentativas de un héroe derrotado (1985)
  • Castillos de Aquitania (1987)
  • La palabra cuando (1992), premio José Hierro.
  • La latitud de los caballos (1999), premio Antonio Machado.
  • La edad del agua (2004)
  • Adverbios de lugar (2004), accésit del premio Ciudad de Melilla.
  • Palme (2005)
  • Aldea (2006), premio Valencia de poesía, premio de la Crítica valenciana y Premio del Festival Internacional de Medellín.
  • Palmeras (2007)
  • La hora de irse (2011)

Su página web es http://www.juanvicentepiqueras.com

sábado, 27 de agosto de 2011

A que te casco, ratón

Esteban Carlos Mejía

Mi amiga Isabel Barragán volvió a cumplir 33 añitos el 11 de julio. Increíble: no le pasa el tiempo. Su figura es inmejorable, ni un gramo de grasa, sólo músculos, bellos músculos, pura fibra, y la piel tostada y los ojos verdes siempre resplandecientes y los labios repolluditos. ¡Vade retro satana!


Me la encuentro en la puerta del gimnasio de la universidad donde enseña literatura aplicada, mitad ficción, mitad realidad. La sudadera se le pega al cuerpo, vibrante como cuerda de violín bien temperado, y... Mejor la saludo. “¿Mucha elíptica o qué?”, digo. “Artes marciales”, responde con firmeza. ¿Hapkido? ¿Kung fu? No averiguo. “¿Estabas combatiendo?”. “Sí, con mi marido”, dice y se le ilumina la sonrisa. “Lo casqué”. “¿Lo cascaste?”. “Por supuesto”. Me quedo perplejo. “¿Y eso?”, digo. “Es que friega mucho, es muy necio y manipulador”, contesta sin que le tiemble la voz. “Cuando se quiere hacer la víctima, lo hace perfectamente. Si le casco es porque se la ganó, por joderme tanto”.

Se pasa la mano por el pelo mojado. “Ustedes, los hombres”, dice con énfasis, “para molestar están solos, son muy necios, y cuando se deciden a fregar a una mujer no los para nadie, son insoportables,  agresivos y nos provocan reacciones que no podemos controlar”. “Pero tu marido es un alma de Dios”, digo, pensando más en mí que en él. “No hace milagros porque le da pereza”. “¿Y aún así le pegas?”. Se ríe: “Sólo acá en el gimnasio”. Me río  también: después de todo la vaina no es conmigo.

Cambio de tema. “¿Y qué estás leyendo?”. Abre el morral y saca Todos los nombres. “¿Te encaprichaste con Saramago?”. “¿Por qué no? Yo leo lo que me da la gana”. Agacho la cabeza. “Es una novela sobria, laberíntica, con un protagonista, don José, absolutamente conmovedor”. Me muestra algunos párrafos, resaltados en amarillo. “Tiene una trama sencilla y efectiva. Cuando la leí por primera vez, hace como doce o trece años, lloré a moco tendido, sin saber por qué. Ahora, no pude dejar de asociarla con El proceso, de Franz Kafka, o con El nombre de la rosa, de Umberto Eco. Con De senectute, de Norberto Bobbio, en sus pasajes más íntimos. Y con Borges, todo”. “¿Borges?”. “Sí, la Conservaduría General del Registro Civil, epicentro de Todos los nombres, es una Babel. Y Babel, para mí, es Borges”. Agrega con picardía: “Saramago maneja su sarcasmo”. “¿Mujeres que le pegan a hombres?”. Guarda el libro: alcanzo a ver su cinturón negro de karate. “No fregués o te casco”, dice, seria como una víbora, bendito sea mi Dios.

Rabito de paja: “Las compañías extranjeras, fuertes empresas establecidas sobre contratos ventajosos, ejercen en Colombia una influencia desproporcionada en la economía nacional. Sus sistemas de explotación se caracterizan por la magnitud del capital que las respalda en el exterior, por la presión que suelen hacer sobre los organismos públicos y privados cuando encuentran alguna resistencia a su expansión, por el rendimiento medio que dan al fisco en relación con sus ganancias, cuando le dan alguno, y por la multiplicidad de privilegios que aseguran a los concesionarios”. Alfonso López Pumarejo, ¡1935!

Rabillo de paja: Y, al final, el Bolillo les salió por la culata.

http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-294752-te-casco-raton

viernes, 26 de agosto de 2011

Cosa de familia

"-A mí me contó Andrés... cuando ella lo buscaba a él.
-Ay, lo que pasa es que mi mamá cuando es cosa de familia..."
     Dos novios en un bus / viernes 8 de julio de 2011 / 10:39 a.m.

jueves, 25 de agosto de 2011

Tres poemas tres, de Jaime Siles

Himno a Venus

Amor bajo las jarcias de un velero,
amor en los jardines luminosos,
amor en los andenes peligrosos
y amor en los crepúsculos de enero.
Amor a treinta grados bajo cero,
amor en terciopelos procelosos,
amor en los expresos presurosos
y amor en los océanos de acero.
Amor en las cenizas de la noche,
amor en un combate de carmines,
amor en los asientos de algún coche,
amor en las butacas de los cines.
Amor, en las hebillas de tu broche,
gimen gemas de jades y jazmines.

       De Semáforos, semáforos, 1990
Biografía

Mi ayer son algas de pasión,
luces de espuma.
Y una arena insaciable que devora
los cuerpos submarinos.
Un cielo blando donde beben
las palomas sin rumbo del estío.

         De Biografía sola, 1971

Parábola de este mismo lugar

El que camina y va
y el que regresa

El que está en un lugar
y el que ha venido

El que está inmóvil
y aquel que no ha tornado

El que sólo es el tiempo
de un espacio distinto

El que nunca es el tiempo
ni tampoco el lugar

El que es y no es
el que será y ha sido

El que era agua
y ahora es sólo aire

El que era tierra
y ahora es sólo agua

El que era aire
y ahora es sólo tierra

Informan la materia
de este mismo lugar

donde el que es ya era
y el que será ya ha sido

porque son la materia
de este mismo lugar.

Jaime Siles
Poeta español, 1951. Doctor en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca. De 1976 a 1982 fue profesor de Filología Latina en las universidades de Salamanca y de Alcalá de Henares. Catedrático Honorario de la Universidad de Viena, ha impartido clases en las universidades de Graz, Salzburg, Madison-Wiscosin, Bérgamo, Berna y St. Gallen. Actualmente es Catedrático de Filología Latina de la Universidad de Valencia, su ciudad natal.
 

Reconocimientos: En 1973, Premio Ocnos. En 1983, Premio de la Crítica. En 1989, Premio Internacional Loewe de Poesía.
 

Libros de poesía: Canon, 1973; Alegoría, 1977; Música de agua, 1983; Poemas al revés, 1987; La realidad y el lenguaje, 1989; Semáforos, semáforos, 1990, e Himnos tardíos, 1990.

lunes, 22 de agosto de 2011

Lo que es pa'uno...

"A no ser que alguien se enamore. Ellos venden neveras, venden cocinas. Dígale, yo conozco, a mí me llamaron. Eso fue después. Lo que es pa' uno es pa' uno. No, ya está allá."
           Una señora hablando por celular en el Metro, línea B / lunes 25 de julio de 2011 / 9:45 a.m.

jueves, 11 de agosto de 2011

Dos poemas dos, por Rafael Cadenas

El diálogo según un dictador

Versión originaria: Cuando yo dialogo no
quiero que me interrumpan.

Versión segunda: Yo dialogo pero advierto
que no cedo en mi posición.

Versión tercera: En diálogo, los que me
contradigan deben reconocer de antemano
su error.

Versión cuarta: Después de cavilar, dictamino
humildemente que el diálogo es
innecesario.

Derrota


Yo que no he tenido nunca un oficio
que ante todo competidor me he sentido débil
que perdí los mejores títulos para la vida
que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)
que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos
que me arrimo a las paredes para no caer del todo
que soy objeto de risa para mí mismo
que creí que mi padre era eterno
que he sido humillado por profesores de literatura
que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada
que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida
que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo
que tengo vergüenza por actos que no he cometido
que poco me ha faltado para echar a correr por la calle
que he perdido un centro que nunca tuve
que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo
que no encontraré nunca quién me soporte
que fui preferido en aras de personas más miserables que yo
que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces
                                                                   más burlado en mi ridícula ambición
que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo
                                                         ("Ud. es muy quedado, avíspese despierte")
que nunca podré viajar a la India
que he recibido favores sin dar nada a cambio
que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma
que me dejo llevar por los otros
que no tengo personalidad ni quiero tenerla
que todo el día tapo mi rebelión
que no me he ido a las guerrillas
que no he hecho nada por mi pueblo
que no soy de las FALN y me desespero por todas esas cosas y por otras
                                                           cuya enumeración sería interminable
que no puedo salir de mi prisión
que he sido dado de baja en todas partes por inútil
que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno
que me niego a reconocer los hechos
que siempre babeo sobre mi historia
que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento
que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo
que no lloro cuando siento deseos de hacerlo
que llego tarde a todo
que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas
que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable
que no soy lo que soy ni lo que no soy
que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas
                                               haya sido humilde hasta igualarme a las piedras
que he vivido quince años en el mismo círculo
que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado
que nunca usaré corbata
que no encuentro mi cuerpo
que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme,
                                               barrer todo y crear de mi indolencia, mi flotación,
                                               mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente
                                               me suicido al alcance de la mano
me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros
                                               y de mí hasta el día del juicio final.
         De Obra Entera, poesía y prosa, 2000.

Rafael Cadenas.
Poeta, traductor y catedrático venezolano. Barquisimeto (Lara), 1930.
Desde muy joven se inclinó por la literatura y el riesgo político. Por su militancia comunista se exilió en Trinidad y sólo regresó a Caracas en 1957. Trabajó como profesor de literatura inglesa y española. Ha viajado además por diferentes países de América y Europa y ha traducido a Lawrence, Nijinski, Whitman, Cavafy y otros.

Dueño de un lenguaje mágico y depurado, su obra lo sitúa como uno de los grandes exponentes de la poesía modernista  hispanoamericana. Algunos de sus libros de poesía y ensayo son Los cuadernos del destierro, 1960; Falsas maniobras, 1966; Memorial, 1977; Intemperie, 1977; Anotaciones, 1983; Amante, 1983; Dichos, 1992; Gestiones, 1992, y Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística, 1995.

Recibió la beca Guggenheim en 1986 y un doctorado Honoris Causa de la Universidad Central de Venezuela. Premio Nacional de Ensayo en 1984, Premio Nacional de Literatura en 1985, Premio San Juan de la Cruz en 1991 y Premio Juan Rulfo, 2009.

lunes, 8 de agosto de 2011

Antisolar

"-¿Y está haciendo mucho calor?
-No tanto. Yo que ando todo el tiempo en la calle me doy cuenta. Usted, sí, use antisolar."
      Un mensajero en moto y yo / martes 19 de julio de 2011 / 11:32 a.m.

domingo, 7 de agosto de 2011

Chimba y marca

"Hágale, pues, mijo, y ánimo que le va a ir muy bien. Ah, qué chimba."
      Un yupi en t-shirt, Carulla, City Plaza, en Envigado / sábado 9 de julio de 2011 / 12:31 p.m.


"-¿Pero qué marca?
-Yo no me acuerdo la marca pero fina."
      Un tipo más o menos joven y un viejito. Plazuela Nutibara  lunes 11 de julio de 2011 / 11:52 a.m.

jueves, 4 de agosto de 2011

Pirú, por María Fernanda Espinosa


En el Pirú
faltan palabras
para nombrar ciertas cosas

La gente dice
del pecho su atrás
para nombrar espalda
o dicen
del agua su duro
en lugar de hielo

En el Pirú de mi corazón
faltan palabras
para decir te quiero
del será su ayer.

         De Caymándote

María Fernanda Espinosa, poeta ecuatoriana, 1964. Nació en Salamanca (España). Es doctora en Geografía, especialista en estudios amazónicos y derechos indígenas. Desde 2005 es Directora Regional de la Unión Mundial para la Naturaleza – América del Sur. Ganó el Premio Nacional de Poesía de Ecuador, en 1990. Sus libros de poesía son: Caymándote, 1990. Tatuaje de selva, 1992. Loba triste, 2000

martes, 2 de agosto de 2011

Condicionados y despachados

"Yo le dije a él que estábamos condicionados a la hora que llegáramos. Ya voy llegando."
       Un señor, carerredondito, hablando por celular, con manos libres, en el Metro / viernes 8 de julio de 2011 / 10:27 a.m.


"-¡Al Parque, Hospital, Gascuña, Guadalcanal!
-Ahí en la mitad.
-¿Cuál va pa'l parque, amigo? ¿Este?
-¿Pa' dónde va el señor?
-¿Señor, cuál es el que va por la Loma del Escobero?
-¿A qué parte?
-El Vergel.
-¿Ya va a salir?
-Apenas dentro de un momentico que venga el despachador."
       Despachadores y pasajeros de bus en la estación Envigado / viernes 8 de julio de 2011 / 10:31 a.m.

sábado, 30 de julio de 2011

Heterónimo de heterónimos

Esteban Carlos Mejía

Rabo de paja

Heterónimo de heterónimos

Por: Esteban Carlos Mejía

Mi amiga Isabel Barragán, hermosa y plácida, pestañea ante la vitrina de una librería.

Me habla de su poeta preferido, el portugués Fernando Pessoa. “¿Sabías que Pessoa quiere decir ‘persona’?”, dice. “Pessoa fue muchas pessoas a la vez”. “¿Te refieres a sus seudónimos?”, digo. “Heterónimos”, me corrige. “Un heterónimo es un autor ficticio, con obra y estilo propios. Él tuvo setenta, por lo menos. Les inventaba vida y obra. Cerraba los ojos y veía sus rostros y gestos”. “¿Esquizofrénico?”. “Histero-neurasténico”.

Los más famosos fueron Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Ricardo Reis. “El maestro de la pandilla fue Caeiro”, dice Isabel. “Nació en 1889, en Lisboa, y murió en 1915. Vivió casi toda su vida en el campo”. Añade otros datos: era de estatura media, rubio, ojos azules y frágil. “Murió tuberculoso el pobre. Sólo hizo hasta la primaria. Los papás se le murieron muy temprano y él se quedó en casa, viviendo con una tía abuela”. Isabel sonríe: “Imagínate la fábula, un poeta casi analfabeto, rústico, tan puro como Miguel Hernández, tan recio como César Vallejo y tan vigoroso como Walt Whitman”.

Álvaro de Campos nació en Tavira, a la una y media de la tarde del 15 de octubre de 1890. Vivía en Lisboa, inactivo. “Medía un metro con setenta y cinco, dos centímetros más que el mismo Pessoa”, dice Isabel. “Era magro, entre blanco y moreno, encorvado, pelo liso, partido a un lado, monóculo. Estudió ingeniería naval en Glasgow. En unas vacaciones viajó al Oriente, de donde salió Opiario, su obra más importante. Un tío cura le enseñó latín. Otro día te cuento de sus poemas”.

Y Ricardo Reis nació en 1887, en Porto. “Moreno, más bajo, más fuerte y más seco que Caeiro”, dice Isabel. “Era médico y se expatrió a Brasil en 1919, después de la abolición de la monarquía. Sobrevivió a su creador”. “¿Cómo así?”, digo. “Pues sí, Pessoa murió el 30 de noviembre de 1935, y por esa fecha Ricardo Reis aún seguía en Río de Janeiro”.

Isabel señala un libro: El año de la muerte de Ricardo Reis. “Pa’ mi gusto, la mejor novela de Saramago. Compleja, deliciosa, inquietante”, dice. “Ricardo Reis vuelve a Lisboa, con motivo de la muerte de Pessoa, precisamente. Embaraza a una camarera de hotel, Lidia, y se enamora de Marcenda Sampaio, hija de un notario de Coimbra, muchacha dulcísima, con el brazo izquierdo paralizado por culpa de un trastorno psicosomático o por mera abulia”. Isabel se paladea: “Se coquetean, se escriben, se anhelan, sin más compensación que dos o tres trémulos besos”.

“Y en ésas”, dice Isabel, “aparece el, digamos, espectro de Fernando Pessoa, muerto y enterrado unas semanas antes. Sus encuentros con Ricardo Reis son vaporosos y formidables. Hablan de la vida, del destino, de las palabras, del espectáculo del mundo, diálogos exquisitos entre dos seres inexistentes, un heterónimo y un muerto. Al final...”. “Ah, no”, la paro en seco, “no me vas a dañar la ilusión”. Entro a la librería y compro El año de la muerte de Ricardo Reis, quimera de quimeras.

Rabito de paja: “El país debe saber, y lo sabe, que la justicia, en la realidad, tiene irresponsable origen en las directivas políticas más que en el seno de las corporaciones que intervienen en su elección”. Alfonso López Pumarejo, 1942.

viernes, 29 de julio de 2011

Ayer y ojalá

"Ayer fue ayer. Hoy es hoy. No hay que fijarse en el pasado. ¿Quién la manda a loliar?"
       Un empaquetador a una cajera / jueves 7 de julio de 2011 / 10:30 a.m.


"No, no. ¿Sí? Ay, mija. ¿No? Ay, vení. Chao. Suerte. Ojalá te mejores. Usted está es muy maluca. Pues, claro, ella no ha hecho... eso allá. El voleo fue la vez pasada, ¿cierto? ¿Ah? Me da rabia porque... ¿sí? ¿Qué pasó? Y sacar de todo, ¿no? Muchachitas de Dios, chao."
       Una empleada doméstica / jueves 7 de julio de 2011 / 11:34 a.m.

jueves, 28 de julio de 2011

Dos poemas dos de Daniel Samoilovich


Fábula sobre el origen del hombre

Se acercaba el anochecer del Sexto Día,
chequeó Dios su lista:
Aguas que están encima de la bóveda
y aguas debajo de la bóveda, separadas.
Hipopótamo: hecho. Plantas, incluso carnívoras:
hechas. Frutas, peces, charcos,
nubes de mosquitos encima de los charcos,
fumarolas saliendo de las bocas del volcán,
anguilas deslizándose en los cauces secos,
chorlitos corriendo, atolondrados, en las playas,
iguanas de tierra, lentas,
iguanas de mar, negras,
catatónicas en las piedras de la costa,
bosques, maníes, tiburones: hechos.
¿Falta algo? Oh, sí, estos dos.
Ah, se hace de noche, la noche
que Yo mismo he creado para suceder al Día.
Qué cansado estoy, cuánta cosa, qué delicado
ajuste de dientes y de carne
desgarrable por esos mismos dientes,
modo de crecer de la caparazón de la tortugas,
en hexágonos, tienen que ir ajustando unos con otros,
agregándose unos a otros, tienen que llegar a tener
caparazones enormes
y no pueden nacer enormes.
Oh, cuánta química, física,
geometría, diseño de sistemas,
cadenas de cazados y cazadores, a su vez cazados
por cazadores que a su vez han de tener
su propio talón aquilino.
Se hace de noche y faltan estos dos.
A ver, aquí, un poco de barro,
oh, se hace de noche, no veo nada,
está por asomar la estrella del sábado,
los hago ahora así, después veremos.”

La sombra de mi mano derecha
es una mano izquierda
,

lo que escribo
alguien lo escribe desde dentro del papel,
la punta de su lápiz contra el mío.
Me gustaría saber qué piensa ése.
Me gustaría saber cómo es que suenan
esos versos que corren al revés
rumbo al Oeste de un mundo inclinado.

Daniel Samoilovich.
Escritor, poeta y periodista argentino, Buenos Aires, 1949.
En 1964 trabaja en la revista Esta generación, dirigida por Pedro Pujó. Después, en 1969 y durante once años, trabaja en el diario Clarín. En 1977 se casa con la escritora Gloria Pampillo. En España se desempeña como redactor de la revista Triunfo y el diario El País. Se une al matemático Jaime Poniachik en 1980, para publicar la revista Juegos para Gente de Mente, que luego sería la base de la editorial De mente, especializada en juegos de ingenio.

En 1985 contrae matrimonio en segundas nupcias con la narradora Ana María Bovo, con quien tiene una hija. A partir de 1986 es el director del periódico Diario de poesía, que sale trimestralmente. Este diario ganó en 1990 el Primer Premio del Concurso de Publicaciones Culturales.

En 1997 se casa en terceras nupcias con Silvina Chmielewski, con la que tiene dos hijos. Es traductor de latín, francés e inglés.

martes, 26 de julio de 2011

El proceso del trabajo...

"-¿Y cómo vas con ese trabajo, pues?
-Súper. No hay que exagerar.
-¿Y vos también fuiste a San Andrés?
-No, no, eso fue Andrés."
       Dos compañeros al cruzar la avenida Bolivariana, frente a Unicentro / viernes 8 de julio de 2011 / 7:48 a.m.

lunes, 25 de julio de 2011

El azar existe...

"¿Pero no les pasó nada a ustedes?"
       Un taxista, de carro a carro / lunes 4 de julio / 5:33 p.m.

"-¿Usted es nuevo, pues?
-Pues sí, con ésta es como la tercera vez que vengo."
       Una señora y un muchacho de acarreos / lunes 4 de julio / 5:36 p.m.


"¿Qué más, pues, Pachito? ¿Cómo te ha ido? ¿Bien? Gracias a Dios."
       Un señor a otro / lunes 4 de julio / 5:50 p.m.

domingo, 24 de julio de 2011

"El año de la muerte de Ricardo Reis", de José Saramago, en Mesita de Noche

Este jueves 28 de julio, a las 6:30 p.m., en la Sala de Audición de la Biblioteca de EAFIT, será Mesita de noche, tertulia y club de lecturas y lectores:
"El año de la muerte de Ricardo Reis", de José Saramago.
Cordial invitación.

sábado, 23 de julio de 2011

¿Quedó muerta?

"-Jorge, que no quedó muerta.
-No, sí quedó muerta.
-Ah, qué susto. Miren, niños, sí quedó muerta. La culebrita. Una coral. La acaban de matar.
-¿Ya se murió?
-Pero..."
     Mamá, niño y portero en Las Brujas (Envigado) / miércoles 20 de julio de 2011 / 11:53 a.m.

jueves, 21 de julio de 2011

Si te busco y te sueño y te persigo..., por don Tomás Segovia

Si te busco y te sueño y te persigo,
y deseo tu cuerpo de tal suerte
que tan sólo aborrezco ya la muerte
porque no me podré acostar contigo;

si tantos sueños lúbricos abrigo;
si ardiente, y sin pudor, y en celo, y fuerte
te quiero ver, dejándome morderte
el pecho, el muslo, el sensitivo ombligo;

si quiero que conmigo, enloquecida
goces tanto que estés avergonzada,
no es sólo por codicia de tus prendas:

es para que conmigo, en esta vida,
compartas la impureza, y que manchada,
pero conmovedora, al fin me entiendas.


Tomás Segovia, Valencia (España), 1927


Poeta, escritor y traductor. A los nueve años de edad emigró con su familia a Francia, luego a Marruecos y posteriormente a México, su país de adopción, donde ha residido la mayor parte de la vida. Estudió filosofía y literatura en la Universidad Autónoma de México y en 1957 ingresó como profesor de la UNAM,  donde dirigió la Revista Mexicana de Literatura. Publicó sus primeros poemas en 1950, obteniendo una beca Guggenheim. Fue profesor de la Universidad de Princeton, y director de revistas americanas y europeas.
 
Ha escrito una veintena de libros de poesía, entre los que se cuentan, La luz provisional, en 1950; Apariciones, en 1957; Cuaderno del nómada, en 1978; Cantata a solas, en 1985; Lapso, en 1986; Noticia natural, en 1992; Fiel imagen, en 1996, y Sonetos votivos, en 2007.
Premios: Xavier Villaurrutia en 1972, Magda Donato en 1974, Alfonso X de Traducción en 1982, 1983 y 1984, y Octavio Paz en 2000.
 
El blog de Tomás Segovia: http://tomassegovia2.blogspot.com/

miércoles, 20 de julio de 2011

Despedida, averiguación y novedad

"Como yo no estaba. Bien. Muchísimas gracias. Bueno, hasta luego. Muchísimas gracias. Chao. Chaoooo..."
    Una muchacha al despedirse / lunes 4 de julio / 5:26 p.m.


"¿Pero no les pasó nada a ustedes?"
     El portero de Las Brujas a un visitante que llega / lunes 4 de julio / 5:33 p.m.


"-¿Usted es nuevo, pues?
-Pues sí, con ésta es como la tercera vez que vengo."
     Una señora y un muchacho de acarreos / lunes 4 de julio / 5:36 p.m.

martes, 19 de julio de 2011

El número dos

"Personal de aseo es solicitado en sección Leches, con implemento número dos."
    Anuncio por altavoz, supermercado Euro / lunes 4 de julio / 7:30 a.m.

domingo, 17 de julio de 2011

El parquecito

"¿Hasta qué horas se van a quedar? ¿Están en el parquecito todavía? En cinco minutos los recojo, ¿bueno?"
      Una señora en camiseta ceñida, Camellón de Guanteros, Envigado / viernes 1° de julio de 2011 / 4:49 p.m.

sábado, 16 de julio de 2011

Twitter que ladra no muerde

Esteban Carlos Mejía

Rabo de paja

SE ME OCURRE QUE LOS TUITEROS de antes eran aforistas y hacían aforismos en vez de trinos.

La palabra “aforista” no está en el Diccionario de la Real Academia Española.

Sin embargo, Miss Google la trae en portugués: “Pessoa que tem o hábito de citar aforismos”. Y “aforismo” es “máxima o sentencia que se propone como pauta en alguna ciencia o arte”. Gran aforista, por ejemplo, fue Oscar Wilde, lengua rápida y viperina: hoy sería un genuino favstar. Se codearía con Karl Kraus, inflexible y satírico, y con el buenazo de Gesualdo Bufalino, padrastro de todos los malpensantes. Se aburrirían, eso sí.

Porque estar en Twitter es como estar en la Plaza Botero, en Medellín, o en la Plaza de Bolívar, en Bogotá: todos hablan, nadie oye. Una chica narra, cuadra a cuadra, su viaje en taxi de la oficina a la casa. Fulano bravea al invierno. Mengano se agarra con el verano. Zutano, cuyo avatar asustaría al marqués de Sade, babosea piropos. Una nena se asombra: “Las rosquitas todavía vienen con arequipe”. Otra ya se acostumbró a la universidad. Alguien informa que no se ganó el Baloto. Otros montan la canción que están oyendo o el video que los desvela. Nadie escucha. A menos que hables de sexo. Como @Bruno_Sushtler, un tipo de Medallo que, según afirma en su perfil, tiene “sexo con hombres, no porque sea homosexual, sino para averiguar qué es lo que tenemos nosotros que enloquece a las mujeres”. O como @retrechera, una “colombian girl living in France. Get ready to read sex tweets in spanish, english, french & mixes of those 3 Only +18 please”, cuyo blog es una refinada joya de soft porno.

Caben grandes y chicos. @AlvaroUribeVel tiene 516.451 seguidores. O tenía, porque a cada minuto el número crece, para bien o para mal, para en todo caso. @JuanManSantos apenas (¿apenas?) llega a 257.243 seguidores, cosa nada rara en un país que prefiere la camorra a los buenos modales. Al coronel @chavezcandanga lo siguen 1’758.063. ¡Joder y jolines! @BarackObama se manda la friolera de 9’116.511 seguidores, aunque su cuenta es casi apócrifa, manejada por tuiteros asalariados. @benedictoxvi ya va por 72.351 seguidores y trina en tercera persona: “Nombró tres nuevos obispos para Canadá”, “almorzará con 12 jóvenes en Madrid” o “reza, estudia y escribe durante sus vacaciones”. @shakira está que sube a los cielos: 7’027.191 followers, más del doble de @juanes con sus 2’696.622 parceros.

Y se ve de todo, la verdad sea dicha. @alejodorowsky, el estrambótico escritor franco-chileno, trina igualito a @paulocoelho, el funámbulo que vende libros como empanadas, dicho con lívida envidia. Algunos tweets parecen escolios a un texto implícito. El mismo Nicolás Gómez Dávila tuitea desde ultratumba en @escolios: “La frontera entre la inteligencia y la estupidez es movediza”. Humberto López, columnista de El Mundo, de Medellín, está en mora de subir sus lacónicos “Tiros al blanco”, con los cuales ha entretenido a la clientela durante lustros. Gracias a The Twitter’s Digest, de Ricardo Bada, andaluz imbatible, me entero de los trinos más inteligentes, pugnaces y aforísticos. Pero, lo dicho: todos hablan, nadie escucha.

Rabito de paja: Oración camionera: “Virgen del Carmen, ayúdame a subir faldas y a bajar curvas”.

http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-284838-twitter-ladra-no-muerde

viernes, 15 de julio de 2011

Pa' no bajarle

"Sí, pero por dentro. Toca cortar acá, no, el de la alcoba principal. Por la otra de atrás, por allá pa'no dañar el piso. Pa' no bajarle y dañarle el piso. No, ya los vi, ya los vi."
     Un albañil en la calle / jueves 30 de junio de 2011 / 5:46 p.m.

jueves, 14 de julio de 2011

Tres poemas tres de Lauren Mendinueta

Así pasan los años

Pasan los años,
y aunque la vida me acusa de inmovilidad,
también yo he viajado.
Como una partícula de polvo
he revoloteado por la casa y me he prendido a los libros.
Como un insecto he reposado a la orilla de las acequias,
o simplemente he sido una mujer que de tarde en tarde
ha mirado hacia el mar
buscando barcos olvidados por la neblina
y que vuelven a la memoria,
sin esperanza distinta de la muerte.

          De La vocación suspendida, 2008

La errancia y la proximidad
          Para José Luís Rojas

El vuelo de las gallinas no es muy distinto
al vuelo de las horas;
a pesar de los intentos fallidos
nunca aceptan su limitada naturaleza.
La hora es la medida indistinta del día humano,
la gallina cobarde de la inmortalidad divina.
Lo más lejano ocurre con la gracia de lo imposible,
mientras el presente se deshace, fluye.
El tiempo no se mide, se interpreta:
así lo enseña la música.

          De La vocación suspendida, 2008

 
El hogar, mis lágrimas

En el epílogo de mi historia
deseo volver al hogar,
a ese lugar poblado de mundos
donde los viajes son hacia adentro.
Oigo el sonido de las sombras
que sin alma me golpean
ofreciéndome consuelo en lo que ya se ha ido.
Injusto es mi deseo de vivir
pero de nada me sirve saberlo;
persisto y estoy sola
como una imagen huida del recuerdo.

          De La vocación suspendida, 2008

Lauren Mendinueta. Poeta y escritora colombiana, 1977.
Empezó a escribir poesía cuando era bibliotecaria en Fundación, a dos o tres pasos de Macondo. Realiza talleres de promoción y creación literaria para niños y jóvenes. Una antología de sus versos, Poesía en sí misma, fue publicada por en 2007 por la Universidad Externado de Colombia con un tiraje de 12.500 ejemplares. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, italiano, ruso, alemán y francés. Vive en Lisboa, Portugal. Hace pocos días ganó el Premio Internacional de Poesía César Simón, de la Universidad de Valencia, España, con su libro Del tiempo, un paso.

Obras: Carta desde la aldea (poesía), 1998. Inventario de ciudad, 1999. Donde se escoge el pasado (poesía), 2004. Marie Curie, dos veces Nobel (biografía), 2004. Autobiografía ampliada (poesía), 2006. Poesía en sí misma (poesía), 2007. La vocación suspendida (poesía), 2008.

Reconocimientos: Premio Festival Internacional de Poesía en Medellín, 2000, por Autobiografía ampliada. Beca de Residencia Artística con el exterior Colombia-México, 2004, con el proyecto de libro En el grabado del tiempo. Ministerio de Cultura de Colombia y Fondo Nacional para la Cultura y las Artes de México (FONCA). Premio Internacional de Poesía Martín García Ramos, Almería, España, 2007, por La vocación suspendida.